Erase un país lejano, destinado a ser gobernado por una bella princesa, la única hija del rey.
—Hija tienes que aprender a ser valiente —le decía el Rey a su hija, cuando tan sólo tenía cinco años.
Siendo tan chica, no
entendía muy bien que significaba “ser valiente”, así que una tarde mientras
daba un paseo por los jardines del palacio con su madre le preguntó:
—Mamá ¿Qué es ser valiente?
—¿Ser valiente? —preguntó la Reina mientras buscaba una respuesta que la niña pudiera entender.
—Papá me dice que toda princesa tiene que
ser valiente —explicó la chiquilla—, pero no entiendo que es.
En ese momento observaron un pajarito
en el suelo, y vieron que tenía un ala malherida. La reina intentó
con cautela capturarlo para ayudarlo, pero el pajarito corrió rápidamente. Era
un pájaro silvestre acostumbrado a vivir en libertad.
La reina persiguió al ave por un
buen rato. Cuando el pajarito se sintió acorralado, comenzó a lanzar pequeños
picotazos para alejar las manos que querían atraparlo, pero sus esfuerzos
fueron en vano. Finalmente, la Reina logró cogerlo.
En un instante, cuándo la reina abrió la mano para observarlo, el
pajarito sacó nuevamente fuerzas, tomó un impulso y comenzó a volar. Con el ala
herida el vuelo para él fue difícil y le costó muchísimo trabajo subir a la
copa de un árbol cercano, dónde se puso a salvo.
—¿Viste lo que hizo el pajarito? —preguntó
la reina a la niña.
—¡Sí! —respondió asombrada la princesa— ese pajarito tan pequeñito, tenía un
ala herida, pero luchó tanto que logró escapar.
La madre le respondió:
La madre le respondió:
—Hija… ¡Eso es ser valiente!
La princesa, preocupada por el animalito, lo buscaba con frecuencia entre las ramas del árbol, y le dejaba cerca semillas y agua. Hasta que un día, el pajarito emprendió el vuelo llevando en su pico una bella flor.
La princesa nunca olvidó al pajarito, y cuando llegó a ser Reina fue reconocida por su gran valentía, defendiendo a su reino de muchos invasores y piratas que querían robarle su libertad.
La princesa, preocupada por el animalito, lo buscaba con frecuencia entre las ramas del árbol, y le dejaba cerca semillas y agua. Hasta que un día, el pajarito emprendió el vuelo llevando en su pico una bella flor.
La princesa nunca olvidó al pajarito, y cuando llegó a ser Reina fue reconocida por su gran valentía, defendiendo a su reino de muchos invasores y piratas que querían robarle su libertad.
©Liliana Mora León
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