Ramón es un joven que ama cantar. Desde que descubrió la música comenzó a tararear canciones. Las clases de música de los martes y viernes, son sus preferidas. Ahora toca la guitarra, pero sin duda, lo que más adora es cantar.
En ocasiones Ramón se ofrecía para cantar, pero siempre le respondían: —¡NO! !TÚ NO!— Algunos estudiantes dicen que es “raro” o “lento”, y los maestros temen que olvide las canciones o suene desentonado.
Por lo general, Ramón vivía aislado del resto y era victima frecuente de las bromas y los malos tratos de otros estudiantes. Pero él tenía un gran sueño que lo mantenía motivado a pesar de todo.
Por lo general, Ramón vivía aislado del resto y era victima frecuente de las bromas y los malos tratos de otros estudiantes. Pero él tenía un gran sueño que lo mantenía motivado a pesar de todo.
El concurso de música del colegio era la gran oportunidad que tenía Ramón para cumplir su sueño. Los concursantes tenían que enviar una grabación de su canción y utilizar un seudónimo. Los sobres con los nombres reales, permanecerían sellados hasta el día de la premiación.
Así que puso manos a la obra. Después de pensarlo, eligió la canción, la ensayó una y otra vez, y con la ayuda de su
padre la grabó. El mismo quedó sorprendido cuando escuchó su voz por primera vez en una grabación, estaba tan feliz, que brincó de alegría por todos lados al sentir que podía ser el ganador.
Después de varias semanas de una larga espera, por fin llegó el día de la premiación. La calificación del jurado era
importante, pero también contarían los aplausos del público para definir al ganador.
Al iniciar la canción de Ramón, nadie lograba reconocer aquella hermosa voz; grandiosa, clara y con una fuerza increíble. Al concluir la canción todos comenzaron a aplaudir emocionados, nunca habían escuchado en el colegio algo así.
—¡Uff, tengo suerte que nadie sepa quién canta! —pensaba Ramón—, de lo contrario nadie me aplaudiría, ellos creen que soy un tonto.
Al iniciar la canción de Ramón, nadie lograba reconocer aquella hermosa voz; grandiosa, clara y con una fuerza increíble. Al concluir la canción todos comenzaron a aplaudir emocionados, nunca habían escuchado en el colegio algo así.
—¡Uff, tengo suerte que nadie sepa quién canta! —pensaba Ramón—, de lo contrario nadie me aplaudiría, ellos creen que soy un tonto.
Aún faltaba la decisión final del
jurado, quienes después de deliberar un corto rato, dieron así el nombre del ganador:
— Por decisión unánime del jurado
el ganador del concurso de la canción es: “Soñador”.
—¡Ese es! ¡Ese es! ¡Ese es! —coreaban
todos mientras aplaudían.
Después de más vivas y más
aplausos, todos guardaron silencio a la espera de conocer el nombre real de
“Soñador”. Mientras; el rector subió a la tarima, abrió el sobre sellado, y sin
salir del asombro expresó:
—El ganador del concurso del mejor
cantante es… Ramón Pérez García, de séptimo grado.
Al oír el nombre, los compañeros
de salón y profesores de Ramón, quedaron asombrados y con la boca abierta, ¡No
lo podían creer! Nunca imaginaron que aquel joven pequeño, con ojos achinados y extremadamente tímido, fuera el ganador.
Cuando salió feliz a recibir el
premio, los más sorprendidos fueron aquellos que lo molestaban diciéndole: “Ramón el mongol”, no porque
fuera de Mongolia, sino porque nació con una rara enfermedad que algunos
despectivamente llaman “mongolismo”. Ellos recibieron una gran prueba que él no era ningún tonto.
Desde ese día, todo cambió para
Ramón, ya no era el chico raro y lento que muchos discriminaban, sino un gran
triunfador. Todos querían tenerlo de amigo, más aún, después que ganó un concurso en la televisión nacional.
Ramón, sigue cosechando éxitos y demostrando al mundo que alcanzar los sueños es posible para quien cree en ellos...no importa lo que piensen o digan los demás.
Ramón, sigue cosechando éxitos y demostrando al mundo que alcanzar los sueños es posible para quien cree en ellos...no importa lo que piensen o digan los demás.
©Liliana Mora León