En una tarde de domingo en casa de Juanita:
—¡Recordar es vivir! —dice la madre de Juanita.
—Sí —responde la tía—. ¡Qué buenos tiempos aquellos!
Y así duraron varios minutos recordando las travesuras y
aventuras que vivieron siendo niñas.
Recordaban cuando creaban castillos imaginarios en el jardín
y ellas eran unas princesas. También cuando realizaban concursos de canciones o
inventaban historias para la televisión. Otras veces, eran grandes diseñadoras que fabricaban lindos
vestidos para las muñecas y hacían desfiles de moda.
Durante las vacaciones en el campo, se convertían en expertas
exploradoras, subiéndose a los árboles, nadando en el río, admirando cada
planta o diminuto insecto del camino.
Y así memoraron las pequeñas historias que vivieron siendo
niñas y que llenaron sus años de infancia de aventuras y diversión. En aquella
época no existía el miedo en ellas y todo era posible.
Después de escucharlas con atención, y viajar con la
imaginación al pasado de la familia, Juanita preguntó:
—Mamá, ¿cuándo te volviste tan aburrida?
La mamá, no supo que responder, la sorprendió bastante la
forma como su hija la veía “aburrida”. Fue una pregunta que la hizo pensar
mucho, tratando de recordar el momento cuando la vida se volvió tan seria.
—No lo sé—respondió la madre—.Pero no pierdas nunca el
corazón de niña, no dejes de divertirte...¡Toda la vida puede ser una gran
aventura!...¡Puedes elegir la vida que tú quieras!
©Liliana Mora León